Villaverde
de Arriba
(Infantado
del Torío, León, España)
ABADENGO
Este minúsculo poblado está formado por media docena de
casas, que lindan con el pueblo de Palacio, y están separadas del
mismo por un pequeño arroyo que baja del monte. Su nombre indica que fue una pertenencia del abad de San Isidoro
de León, que tenía «mandamento» en estos contornos
de la ribera.Pero una cosa es el amplio dominio territorial que pertenecía
a la abadía, denominado ABADENGO, y otra diferente es la existencia
de este pequeño poblado, llamado también ABADENGO. ¿Desde cuándo existe la denominación de ABADENGO
para este poblado? No disponemos de documentos para hacer una afirmación
concreta.pero hay que pensar que sería un centro administrativo
de abad, con un administrador que cobraría las rentas y los «foros»
de sus vasallos. En este supuesto ABADENGO seria tan antiguo como el Señorío
de la Dignidad Abacial de San Isidoro, que se remonta al año 1063,
cuando el rey Fernando I, con motivo del traslado de los restos mortales
del doctor hispalense, incorporó a dicha abadía muchas posesiones
del reino, entre las cuales figuraban las que poseía el monasterio
de San Julián de Ruiforco. Encontramos que se cita el nombre del pueblo de ABADENGO en un trasunto
de privilegios de San Isidoro, autorizado por Real Cámara, en 1793,
cuando se enumeran los pueblos que pertenecían al Señorío
del abad. En el catastro de Ensenada del año 1751 existen los datos
siguientes sobre el pueblo de Abadengo. Pertenecía al Señorío
de la Dignidad Abacial de San Isidoro. Pagaban sus habitantes, por razón
de vasallaje, veinticuatro maravedís cada año. No había
clérigo ninguno de residencia, porque era anejo de Ruiforco, cuyo
párroco era un canonigo de San Isidoro. El patrono de Abadengo era San Mamés, que tenía en
posesión varias fincas en término dei Palacio. Dentro de
estas fincas había una ermita de Nuestra Señora de la Encarnación,
que hoy dicen de San Mamés, sin duda por estar enclavada en las
posesiones de aquel santo. Esta ermita poseía varias fincas y ganados, dados a los vecinos
en renta especial, que pagaban al mayordomo de la Virgen. Entre esas fincas
había una, en el término que llaman «La fuente de la
Virgen» por la que recibía en renta dos heminas de centeno. Para expresar la mínima importancia de Abadengo en aquel
siglo, se dice en el citado catastro que no había taberna, ni escribano,
ni notario, ni cirujano, ni tendero, ni arriero. Tenía siete vecinos
y tres viudas, que poseían, entre otras cosas, catorce colmenas
y un monte donde cortaban la leña necesaria para el combustible. Estos vecinos se dedicaban en las noches de invierno a la pequeña
industria de hilar hilo de lino para venderlo después en los mercados
de la provincia.